LA CORONA DE ARAGÓN.
El 22 de junio de 1343 Pere IV el Cerimoniós dAragó era coronado rey de Mallorca. Había sido vencida para después extinguirse la desgraciada dinastía balear, pasaban las islas al dominio aragonés. Sin embargo con esta anexión Menorca no perdía sus privilegios, confirmándolo el monarca por real orden de 9 de julio de 1343.
Pere el Cerimoniós es el primero en dar el título de gobernador a la primera autoridad de Menorca ("portantveus"). Durante su mandato, el gobernador resta obligado a residir personalmente en la isla. La primitiva decisión de que los gobernadores hubiesen de ser naturales de Menorca o llevar algún tiempo residiendo en ella deja de cumplirse muy pronto, y empiezan a ser designados para tal cargo nobles forasteros.
Durante la Edad Media se producen rencillas entre las poblaciones de Ciutadella y de Maó, especialmente por casos de jurisdicción que la General Universidad de Ciutadella ejercía sobre el resto de la isla. Estos conflictos ocasionan repetidas repetidas apelaciones ante el soberano.
Cabe al mismo Alfons V la gloria de haber solicitado al Papa Martín V, en 1418, la erección del obispado de Menorca, si bien esta petición no fue atendida. La isla siguió dependiente de la diócesis de Mallorca.
El hambre, las epidemias, los ataques de los bandidos, las amenazas de los piratas en las zonas costeras determinaron en Menorca un rápido despoblamiento. Alfons V con una disposición dada en Valencia el 20 de enero de 1427, mandó repoblar la isla absolviendo de delitos comunes a cuantos quisieran establecerse en Menorca. Esto dio mayor incremento demográfico y económico a la isla, pero aumentó la violencia y los disturbios.
El malestar social alcanzó su grado máximo en 1451-52 cuando el gobernador Arnau de Foxà asesinó traidoramente a algunos caballeros de Ciutadella, colgando luego sus cadáveres en las ventanas del Real Alcázar. Los parientes de los muertos se vengaron degollando a doce partidarios del gobernador y bombardearon su residencia. El rey mandó entonces como gobernador a mossèn Pere de Belloch, mientras Foxà resistía desde el castillo de Maó. La guerra civil se extendió por toda Menorca, divididos caballeros y pueblo entre una y otra facción. La anarquía y el desprestigio de la autoridad se prolongaron durante el reinado de Joan II.
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